Podgorica no se parece a ninguna ciudad que yo haya visto. Hay algo hmm… “natural” – genuino en este lugar. Ésta es la capital que aún no ha sido arruinada por el negocio masivo del turismo pesado. Es un lugar donde puedes experimentar la cultura autóctona y donde las tendencias occidentales se ajustan al gusto local.
Desde muchos puntos de la ciudad, puedes ver las líneas oscuras de las Montañas Montenegrinas, que son “elementos” típicos del horizonte de la ciudad. Naturalmente, tenían que aparecer en mi fotografía, cuando quise captar la zona habitada de la capital de Montenegro.
Aparte de las grandiosas montañas que rodeaban el valle donde se encontraba Podgorica, tuve la tentación de captar la historia y los contrastes de esta ciudad. Como probablemente sepas, la economía de Montenegro arrastra las consecuencias de los regímenes comunistas del siglo pasado. La política también había influido en la arquitectura de la ciudad, con los imponentes edificios del fondo presente. Como contraste, en primer plano, puedes ver las modernas zonas residenciales, como las conocerías de cualquier capital europea.
Me encantó la composición del contraste de la naturaleza, la política y nuestros días modernos. Esto produjo una calma en la zona, la forma en que se ha representado la historia, cómo estos elementos se han fusionado y han creado la Podgorica moderna que mis amigos y yo hemos disfrutado tanto.