El Castillo de los Sforza de Milán es uno de los puntos neurálgicos de la ciudad. A pesar de ello, a menudo se pasa por alto en las fotografías que retratan esta ciudad del norte de Italia. El castillo de los Sforza está a tiro de piedra de la plaza del Duomo, por lo que merece la pena planificar una visita a este castlllle medieval.
El castillo de los Sforza se alza en el emplazamiento de la fortificación Castrum Portae Jovis de la época en que Milán era la capital del Imperio Romano. Aquí se estacionaban antiguamente los “castra pretoria”, los guardaespaldas personales de los emperadores romanos. Sin embargo, el primer castillo sólo fue mandado construir por Galeazzo II Visconti en 1370 y se convirtió en la sede de esta ilustre familia.
En el siglo XV, sin embargo, el castillo decayó y pasó a ser propiedad de Francesco Sforza, que lo hizo restaurar y ampliar. Fue durante la época de la familia Sforza en Milán cuando el Castillo Sforzesco alcanzó la grandeza. En su decoración trabajaron, entre otros, algunos de los artistas más brillantes del Renacimiento: Leonardo da Vinci (que realizó los frescos de varias salas, en colaboración con Bernardino Zenale y Bernardino Butinone) y Bramante.
Aunque el castillo de los Sforza ha pasado por más de una cosa y a veces se ha visto arruinado por las guerras, sigue siendo uno de los monumentos más destacados de Milán y un centro cultural. Hoy alberga museos y archivos de bibliotecas, por ejemplo.
