Una buena foto depende mucho de una buena planificación. Encontrar el lugar adecuado, determinar el mejor momento y, al final, llegar allí. Pero a veces puedes planificar todo lo que quieras pero al final todo sale “mal”. Así es como me sentí esta mañana dorada en Praga.
Ya sabía antes del viaje que no dormiría mucho en Praga. Hay demasiadas escenas hermosas y demasiado poco tiempo para captarlas todas con la luz adecuada. En verano, la hora azul de la noche dura hasta las 23 h, mientras que la de la mañana empieza ya a las 3 h. Por eso me alegré mucho cuando pude reservar un apartamento con AirBnB, situado justo al pie del castillo. Eso me permitió aprovechar al máximo el tiempo entre (bueno, durmiendo).
Mi despertador sonó a las 3.30 h, porque antes del amanecer quería fotografiar las callejuelas vacías. Algo que sencillamente no es posible por la noche. Pero cuando llegué a la entrada principal del Castillo de Praga, me sorprendí al verla cerrada. De algún modo, había supuesto que podías entrar en el patio del castillo en cualquier momento; sí, parece que no.
Cualquiera que haya estado en Praga y sepa dónde se tomó la foto sabe también que el camino a través del castillo sólo llevaría 10 minutos. Sin embargo, el camino alrededor del castillo… Bueno, pues empecé a correr por la colina del castillo hacia abajo, por las calles de Malá Strana y luego por los viñedos hasta llegar de nuevo al Castillo de Praga. ¡De ninguna manera me perdería este momento del sol naciente!
Cuando llegué al lugar que tenía en mente, supe con la primera vista de la ciudad sobre el río Moldava que el sprint matutino había merecido la pena. El cielo se tornó de un naranja intenso y el corazón de Bohemia despertó lentamente. Cuando me volví, un guardia me saludó amablemente con la cabeza. Y las puertas del castillo se abrieron de repente.
