Los días en Berlín son ahora más cortos y fríos, y no puedo evitar pensar en el próximo invierno. Me recuerdo a mí misma que esta época del año es perfecta para conocer las capitales del norte de Europa, donde el invierno es algo más que el color gris en las calles. Esta foto en concreto se tomó durante un invierno blanco al atardecer en Vilna. Cuando las temperaturas descendían hasta los 27 grados bajo cero, podías oír incluso el crujido de las aguas heladas del río Vilnia en la distancia.
Deseó poder llevárselo a casa
La Iglesia de Santa Ana es famosa por su representación de un estilo arquitectónico gótico flamígero y de ladrillo en Lituania. Lo fascinante era que el exterior de la iglesia había permanecido casi inalterado desde el siglo XV, cuando se erigió. Gracias a la Iglesia de Santa Ana, el casco antiguo de Vilna puede inscribirse potencialmente en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Una famosa leyenda cuenta que un joven Napoleón vio la iglesia de Santa Ana en Vilna y dijo que ojalá pudiera llevársela consigo a París, pero sólo en las palmas de las manos. ¿No es una bella metáfora? Sin embargo, en los tiempos modernos, sólo puedo decir que me alegro de poder llevarme a casa este recuerdo de la Iglesia de Santa Ana.