Este año ha sido un invierno largo y oscuro en Berlín. Recuerdo cómo anunciaron en la radio que era el invierno con menos horas de sol desde que empezaron a hacer el seguimiento del tiempo. Cuando a finales de enero el sol se asomó por primera vez, puedes adivinar lo que ocurrió. Cogí mi cámara, mi trípode y salí. Y como tengo la suerte de vivir cerca del agua: Al lago Tegel.
Qué puedo decir, la escena era perfecta. El agua estaba aún un poco helada, un par de nubes en el cielo y una hermosa puesta de sol rojo anaranjado. Parecía como si todos los fotógrafos de alrededor tuvieran la misma idea. Nunca había visto tantos fotógrafos alrededor del lago, pero supongo que todos estaban esperando para volver a disparar con la luz del sol. Una puesta de sol en Berlín no siempre ocurre, pero si ocurre, suele merecer la pena.
Por cierto, el cañón es un regalo del distrito londinense de Greenwich. Reinickendorf, el distrito berlinés en el que se encuentra el lago, está hermanado con Greenwich. Por eso también todo el paseo se llama “Greenwich-Promenade”.